Tiempos de crisis: a los que no podemos olvidar.


Tiempos de crisis:
a los que no podemos olvidar.

Mercedes Carbonell 
(CIDE-London School of Economics).
La crisis en la que estamos sumergidos por el brote y la rápida expansión del COVID-19 no es una cuestión únicamente sanitaria, sino que afectará gravemente a la economía mundial y está poniendo en jaque a los políticos y gobiernos que tratan de responder en tiempo real a este fenómeno de dimensiones desconocidas y consecuencias devastadoras. Además de los aspectos básicos —como las medidas de distanciamiento social, la ayuda económica para trabajadores y empresas y el reforzamiento de la red hospitalaria— es importante que pensemos en dos cuestiones importantes: primero, la población vulnerable; y segundo, quiénes pueden ayudar. 
Sobre la población vulnerable, es necesario que pensemos en políticas públicas o intervenciones que atiendan a distintos grupos, entre los que destacan:
·      Personas en situación de calle: estas personas viven en condiciones insalubres y están constantemente expuestos al virus, no cuentan con los insumos básicos para protegerse (agua, jabón o gel antibacterial) y carecen de una red de apoyo. Es importante acondicionar albergues para que puedan enfrentar esta situación, así como difundir información entre esta comunidad y proveerles materiales básicos. 
·      Estudiantes: hasta ahora, la cancelación de clases es indefinida y esto tendrá consecuencias graves en los alumnos. Es importante idear estrategias que permitan subsanar la falta de clases presenciales y que, a la vez, respondan a las distintas realidades de México: no todos cuentan con una computadora, acceso a internet o un adulto que pueda actuar como facilitador o supervisor en la realización de las actividades escolares. 
·      Sector informal: de acuerdo con el INEGI poco más del 56% de los mexicanos que trabajan lo hacen en el sector informal. Estas personas tienen un grado distinto de vulnerabilidad, pues viven al día en condiciones de precariedad económica y no cuentan con acceso a un sistema de salud. Una gran parte de los mexicanos no pueden pausar su vida y esperar a que la crisis pase.
·      Mujeres: con las medidas de distanciamiento y aislamiento voluntario, muchas mujeres se ven obligadas a estar encerradas con sus agresores. Para las mujeres que viven una situación de violencia, lamentablemente su hogar no es un lugar seguro. Las medidas para reducir los contagios les resultan contraproducentes, pues las recluyen en espacios inseguros, aumentan las tensiones y las alejan de sus redes de apoyo o asistencia. 
·      Sector salud: todas las personas que trabajan en hospitales y centros médicos —desde las doctoras y enfermeras hasta el personal de limpieza y administrativo— están más expuestas a enfermarse porque son la primera línea de contacto para dar atención a quienes lo necesiten. Aunque cuentan con protocolos para minimizar riesgos, es importante reconocer que (1) los riesgos nunca dejan de existir y (2) los recursos son limitados y, en algunas zonas, también son escazos. 
·      Personal de labores esenciales (más allá del sector salud): existen labores cuya interrupción pondría en peligro la estabilidad social, la seguridad e incluso la vida del resto de los ciudadanos. Además del personal del sector salud mencionados anteriormente, existen otras personas que necesitamos para mantener la estabilidad y el orden de nuestra sociedad. Entre ellas, cabe destacar (1) a los agentes del orden público; (2) las personas que laboran en las cadenas de suministro de alimentos o de insumos médicos; (3) quienes laboran en la provisión de servicios básicos —como abastecimiento de agua, gas o electricidad—; (4) personal relacionado con las telecomunicaciones, entre otros. 
Sobre quiénes pueden ayudar, el gobierno es un actor limitado, tanto en recursos como en capacidades. Sin embargo, y para nuestro alivio, no es el único actor que importa ni el único actor en quien recae la responsabilidad de hacer algo en tiempos de crisis (y también tenemos que pensar en la recuperación y no sólo en responder a lo inmediato). La sociedad civil puede y debe organizarse para formar redes de cooperación y de apoyo y proponer ideas que atiendan problemas concretos. Sociedad civil, gobierno y ciudadanos debemos enfocarnos en construir un mundo en el que no dejemos a ninguna persona atrás, ni ahora durante la crisis ni mucho menos cuando ésta haya pasado. 

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