Los abogados y la tecnología.
Los abogados y la tecnología.
Miguel Carbonell.
@MiguelCarbonell
Hace
unos días la Barra Mexicana, Colegio de Abogados AC organizó un evento sobre el
uso de la inteligencia artificial en el trabajo de los abogados. Me sorprendió
la asistencia de cientos de abogados, que se interesaron en el tema porque
saben que así como la tecnología ha generado avances disruptivos en muchos
ámbitos de la economía, también va a impactar directamente en el quehacer de
los profesionales del derecho.
Las
computadoras y programas de software pueden ayudarnos a los abogados a mejorar
nuestra productividad, pueden auxiliarnos en la búsqueda de información
jurídica relevante para los casos que atendemos, pueden apoyarnos para tomar
mejores decisiones y pueden, en fin, colaborar para prestar una mejor atención
a nuestros clientes.
La
profesión jurídica debe abrirse y estar preparada para los avances
tecnológicos. Si cerramos los ojos ante lo que viene, lo más probable es que el
tsunami nos arrastre y cada vez haya más abogados que se quedan obsoletos.
De
hecho, la tecnología está replanteando los fundamentos mismos del ejercicio
profesional. Por ejemplo, hasta ahora los abogados teníamos una base
territorial o geográfica para el ejercicio profesional. Hoy en día hay
despachos que dan asesorías por internet y que sin problema alguno pueden
traspasar fronteras. Un programa de software que diseña contratos (o que los
revisa solamente) puede estar instalado en cualquier punto del planeta y
atender a clientes allá donde se encuentren.
Otro
fundamento que está siendo trastocado tiene que ver con el monopolio de los
abogados para atender temas jurídicos. En varios países son empresas integradas
por ingenieros (asociados con abogados), los que prestan asesoría jurídica
automatizada. Esto implica que vamos a enfrentar un nuevo tipo de competencia:
la de quienes no son abogados pero prestan también servicios jurídicos. Esa
nueva competencia se suma a la enorme que ya de por sí teníamos en un mercado
de servicios tan saturado como lo es el de la abogacía.
Empresas
como IBM están desarrollando programas de asistentes jurídicos que tienen la
capacidad de procesar millones de documentos en pocos minutos. Algunos de esos
programas sirven incluso para hacer estimaciones sobre las probabilidades de
éxito en determinado tipo de litigios, de modo que podamos saber con un alto
grado de certeza si vamos a ganar o perder o si, en caso de ganar, a qué monto
de indemnizaciones podemos aspirar (por ejemplo, en casos de demandas por daños
o en litigios contra empresas aseguradoras).
En
el futuro, el ejercicio de la profesión jurídica será mucho más especializado.
En vez de ser solamente abogados, seremos “analistas de datos jurídicos”,
“diseñadores de software jurídico”, “supervisores de programas automatizados”,
“administradores de programas de cumplimiento normativo”, etcétera.
¿Llegarán
algún día los programas de cómputo a dictar sentencias y sustituir a los jueces
de carne y hueso? A esa pregunta, actualmente miles de abogados mexicanos
contestarían que no, que eso es imposible, que jamás se va a dar. Lo que no
saben es que ya se hace: el sistema automatizado de solución de controversias
de EBay resuelve siete veces más disputas que todo el sistema judicial de los
Estados Unidos, sin que tenga que intervenir –al menos en la etapa inicial-
ningún ser humano.
En
varios países se han hecho encuestas a despachos de abogados, para preguntarles
si estarían dispuestos a invertir en avances tecnológicos. La respuesta ha sido
abrumadora: un 90% dijo estar de acuerdo en hacer fuertes inversiones en
tecnología para facilitar y hacer más eficiente su trabajo. Lo que se busca es
contar con apoyo en tareas administrativas, ayuda en el análisis de datos, planificación
anticipada de las actividades, uso de datos para toma de decisiones,
facturación automatizada, gestión de la cobranza, herramientas para gestión de
proyectos, etcétera.
El
trabajo de los abogados va a cambiar de manera radical en los próximos años.
Varios de esos cambios ya se están dando en la actualidad. Aquellos despachos
que no cuenten con las nuevas tecnologías o que no se apoyen en servicios
tecnológicos, se irán quedando poco a poco fuera de juego. Como en todo proceso
disruptivo, habrá ganadores y perdedores. Por eso es que debemos estar alerta y
observar las nuevas tendencias, a fin de adaptarnos al cambiante mercado de
servicios jurídicos. Desde luego, todo eso obligará a cambiar también el modelo
de enseñanza del derecho. Los estudiantes deben dejar de repetir de memoria las
leyes y los códigos, para empezar a aprender cuestiones de programación y
gestión de programas automatizados.
El
futuro nos alcanzó. Es responsabilidad de cada uno saber cómo hacerle frente.
Pero nadie puede hacerse el sorprendido y decir que no lo sabía. Las
advertencias ya están lanzadas.