El futuro de los abogados.
El futuro de los abogados.
Miguel Carbonell.
IIJ-UNAM.
Egresé de la carrera de derecho en los
primeros meses de 1994. Hice mi examen profesional el 17 de agosto de ese mismo
año y en noviembre tomé un vuelo para irme a vivir a Madrid durante tres años, con
el objetivo de realizar mis estudios de posgrado.
Una vez que salí de la carrera, tomé la
decisión de no voltear atrás. Desde luego que guardo muy buenos recuerdos de mi
época como estudiante[1], pero
desde entonces tuve claro que una cosa son los estudios y otra muy diferente es
la práctica profesional del derecho. Han sido muchas las ocasiones en las que
he podido comprobar la certeza de ese pensamiento, ya que a lo largo de los
años que llevo como abogado me he dado cuenta de las muchas cosas que no me
explicaron en la carrera, pero que son indispensables en la práctica.
Ahora bien, la práctica de la profesión de
abogado ha cambiado de forma importante en los años recientes y va a seguir
cambiando en el futuro. Lo que hacíamos en 1994 se parece poco a lo que hacemos
en el 2018 (y sobre todo a la forma en la que lo hacemos). Debemos estar
atentos a esas nuevas tendencias del mercado de servicios legales, pues de ello
depende que sigamos teniendo trabajo y no nos superen los avances, haciendo que
nuestros conocimientos jurídicos queden obsoletos.
Aprovechemos la tecnología para ser mejores abogados. Consulte nuestra oferta académica en línea
Aprovechemos la tecnología para ser mejores abogados. Consulte nuestra oferta académica en línea
Hay que estar preparados para ir tomando las
mejores decisiones y –sobre todo- que las podamos tomar a tiempo, a fin de
irnos adaptando a las nuevas realidades de nuestro oficio.
Me gustaría en este punto recordar la frase
de Charles Darwin, en la que dijo que “No es la más fuerte de las especies, ni
la más inteligente, la que sobrevive, sino la que se sabe adaptar mejor al
cambio”. Eso es cierto para la evolución de las especies, pero también lo es
para los abogados. Quienes mejor se sepan adaptar son los que van a sobrevivir.
Los demás pasarán a la historia o simplemente se tendrán que dedicar a otra
cosa.
¿De qué manera es probable que evolucione la
profesión jurídica y cuáles son los aspectos que debemos tomar en cuenta? Vamos
a ver algunas cuestiones importantes:
Las recurrentes crisis económicas han tenido
y seguirán teniendo un profundo efecto en el trabajo de los abogados. En
periodos de crisis el trabajo en ciertos sectores de la profesión jurídica
disminuye sensiblemente (es el caso de los litigios derivados de divorcios,
como ya te lo dije en una carta anterior), aunque en otros sectores pueda haber
cierto aumento de asuntos (en los litigios o procesos de quiebra, por citar el
ámbito más evidente). Ahora bien, en general las recurrentes crisis económicas
implican que a los abogados se les va a exigir cada vez un mejor desempeño y el
desahogo de mayores volúmenes de trabajo a cambio de menores montos de
honorarios profesionales.
Es probable, de hecho, que en un escenario de
crisis económica muchas personas no puedan permitirse ni siquiera contratar a
un abogado, de modo que atenderán sus problemas legales por sí mismos o
acudiendo a fuentes de información que puedan encontrar en internet.
Otro asunto que va a afectar el futuro de la
profesión tiene que ver con el surgimiento de nuevas tecnologías que poco a
poco se van a ir aplicando al sector legal. Por un lado, las tecnologías de la
información le permiten a nuestros clientes estar mejor informados sobre la oferta
de servicios jurídicos y poder tener acceso a una variedad más amplia de
prestadores de esos servicios.
La clave del éxito es el estudio permanente, la actualización continua; por eso diseñamos una serie de Diplomados de la más alta calidad, tanto presenciales como en línea. Mira
La clave del éxito es el estudio permanente, la actualización continua; por eso diseñamos una serie de Diplomados de la más alta calidad, tanto presenciales como en línea. Mira
Por otro lado, la tecnología está permitiendo
en algunos países trasladar ciertas tareas jurídicas más allá de sus fronteras,
para que la tarea la hagan abogados que cobran menos por su trabajo (despachos
norteamericanos cuyos abogados cobran 350 dólares por hora trabajada están
enviando miles de documentos para ser revisados en la India por abogados que
cobran 25 dólares por hora).
Incluso puede ser que los avances
tecnológicos permitan sustituir aunque sea en parte el proceso de toma de
decisiones que los abogados desarrollamos día a día. Hay sistemas expertos y de
inteligencia artificial que pueden analizar en pocos minutos o segundos un gran
volumen de información jurídica y plantear las mejores alternativas para
resolver un caso concreto.
Obviamente, esos avances pueden ser vistos
como una oportunidad por algunos abogados y como una amenaza a su trabajo por
otros, pero lo cierto es que la tecnología es imparable y así como ha venido
transformando a otros sectores profesionales, también va a impactar en lo que
hacemos quienes nos dedicamos a cuestiones jurídicas.
De hecho, para poder visualizar cómo va a ir
evolucionando el mercado de servicios jurídicos y cómo dicha evolución puede
afectar tu propia carrera profesional, es indispensable que veas cómo han
evolucionado otros ámbitos. Piensa en los enormes cambios que ha producido en
el mercado del transporte público la llegada de Uber; reflexiona en cómo una
página web como Amazon ha transformado la forma en que compran desde libros
hasta materiales de limpieza millones de personas; de qué manera los médicos ha
visto impactado su trabajo por la llamada “telemedicina” y la posibilidad de
realizar diagnósticos (o incluso operaciones quirúrgicas) a distancia. Incluso
la industria hotelera se ha visto impactada de forma notable por servicios como
AirBNB o Coachsurfing. El surgimiento de Netflix hizo que quebraran los
antiguos videoclubs. Los ejemplos suman millares.
No olvidemos que estamos a punto de entrar en
un periodo de tiempo en el que muchas profesiones o sectores de la economía se
volverán obsoletos. Los programas de software van a sustituir dentro de nada a
los contadores, ya que podrán hacer los cálculos de lo que tenemos que pagar de
impuestos con mayor precisión, en menos tiempo y con un menor costo. El número
de choferes de taxis disminuirán hasta casi extinguirse cuando se popularicen
los coches que se manejan sin conductor, lo que según los expertos sucederá
entre los años 2030 y 2040. Las miles de personas que trabajan en los
supermercados reabasteciendo los anaqueles y cobrando a los clientes en las
cajas también perderán su trabajo, ya que todas esas tareas serán realizadas
por robots. Los empleados en las agencias de bienes raíces cada vez tienen
menos clientes, los cuales buscan casas por internet y se ahorran las
comisiones que les cobraban los agentes inmobiliarios en el pasado.
Hace unos años parecía impensable que
desaparecieran las agencias de viajes; hoy es difícil sino es que imposible
encontrar alguna de ellas en las grandes ciudades. Las pocas que siguen
abiertas atienden solamente a personas adultas mayores que no son capaces de
comprar un boleto de avión o hacer una reservación de hotel por medio de
internet. Es lo mismo que le va a pasar a otros sectores de servicios,
industriales o comerciales.
La masificación de las redes sociales y el
uso intensivo de internet por miles de millones de personas alrededor del
planeta protagonizan en buena medida los grandes cambios que estamos viendo.
Empresas que tienen pocos años de ser creadas y que se manejan con poquísimos
empleados adquieren un valor altísimo en un mercado dominado por la tecnología.
Cuando en febrero de 2014 Facebook compró la
empresas de mensajes telefónicos Whatsapp por 19 mil millones de dólares, en
esa empresa trabajaban solamente 33 personas. Cuando la misma Facebook compró
Instagram, la red para intercambio de fotografías, en un precio de mil millones
de dólares, en ella trabajaban solamente 13 personas. Cuando una industria
clásica de ese sector, como lo es Kodak, se declaró en bancarrota a principios
del 2012, tenía una nómina de 145 mil empleados. Hoy las empresas pueden tener
un altísimo valor con muy pocos empleados.
Un estudio de la Universidad de Oxford señala
que el 47% de todos los sectores laborales se verá afectado por la revolución
tecnológica producida por internet y por las redes sociales ya que sus puestos
de trabajo podrán ser automatizados (es decir, realizados por máquinas y no por
seres humanos) en las siguientes dos décadas. El futuro ya nos alcanzó. Sería
ingenuo pensar que todos esos cambios no van a afectar a la abogacía. La forma
tradicional en la que se ha ejercido el derecho está en riesgo y será objeto de
una profunda transformación (de hecho, los cambios en muchos sectores ya se
están produciendo).
Los puestos de trabajo que tienen mejores
perspectivas de futuro son aquellos vinculados con la innovación y el
pensamiento crítico. Las personas que puedan desarrollar nuevos programas de
software o que encuentren aplicaciones que resuelvan problemas cotidianos de la
gente mediante el uso de la tecnología es probable que obtenga gigantescas
ganancias.
También tienen buenas perspectivas las
profesiones que requieren forzosamente de seres humanos para ser llevadas a
cabo. Por ejemplo, es poco probable que se pueda sustituir el trabajo que hace
un dentista, un bombero, un actor profesional o un cantante de ópera. La
tecnología va a permitir que el dentista pueda revisar a un cliente de manera
remota o que cuente con un brazo mecánico para practicarle una endodoncia desde
otra ciudad, pero la valoración profesional que el dentista pueda hacer de la
dolencia de su paciente es poco probable que pueda ser sustituida por una
maquina. Los actores y los cantantes de ópera seguirán estando bien pagados y
sus espectáculos se verán alrededor del mundo por miles o millones de personas;
nadie va a preferir una película protagonizada por un robot si puede ver una en
la que aparezca George Clooney, por ejemplo.
La clave que hay que atender, como ha
sucedido ya en otros periodos de la historia humana marcados por profundos
cambios tecnológicos (como lo fue la era de la primera revolución industrial y
el momento en el que se da el surgimiento de las máquinas de vapor), reside en
el sistema educativo. Necesitamos desarrollar personas que estén preparadas no
para ir a pedir trabajo, sino para crear por sí mismas uno.
Necesitamos que nuestros jóvenes dejen de
repetir de memoria lo que los profesores les dictan y se pongan a aprender las
destrezas necesarias para hacer nuevos programas de software. Es mejor ver a un
adolescente desarrollando habilidades para terminar de programar un videojuego
(como hacen los niños en Corea del Sur desde los 6 años) que pedirle a ese
mismo joven que perfeccione durante meses y meses la letra cuando escribe a
mano.
Lo que quiero decir, en pocas palabras, es
que necesitamos darnos cuenta de lo mucho que está cambiando el mundo y lo
urgente que resulta invertir como nunca en la transformación de nuestras
propias capacidades profesionales, para convertirnos en profesionistas
realmente útiles y modernos. Si no lo hacemos o si lo hacemos demasiado tarde,
es probable que el cambio tecnológico arrase con nosotros.
Repito: sería iluso pensar que a los abogados
no les llegará un impacto parecido a lo que te acabo de contar. Por eso es que
debemos estar atentos a lo que ya podemos avizorar sobre el futuro de las
profesiones, ya que de esa evolución van a depende tanto nuestro propio futuro
como nuestros ingresos[2].
Todo lo que se acaba de decir supone un
enorme conjunto de desafíos para las nuevas generaciones de abogados. Es
indispensable que en su formación encuentren profesores o mentores que les
expliquen con claridad los retos que deberán enfrentar en su práctica
profesional y que los preparen para ser cada día mejores. Y ojalá que los
abogados que ya están en la práctica profesional lo tomen en cuenta, a efecto
de elevar la calidad de los servicios jurídicos que prestan.
El cambio tecnológico ya es una realidad; lo
que debes definir es cómo puedes sacarle el mayor provecho posible, ya sea
consiguiendo clientes, prestando servicios vinculados con la tecnología o
explorando nuevas áreas que requieran de tus conocimientos jurídicos.
Un mejoramiento del trabajo de los abogados sería una
excelente noticia para el país en su conjunto, pues abonaría de manera decisiva
al esfuerzo de construcción del Estado de derecho que con tanta urgencia
requiere México.
[1] Me he referido con
detalle a esos años en el libro Cartas a
un estudiante de derecho, 1ª edición (12ª reimpresión), México, Porrúa,
2018.
[2] Para abundar en estos
temas, ver Susskind, Richard, Tomorrow’s
lawyers. An introduction to your future, Oxford, Oxford University Press,
2013 y (para una visión más general) Susskind, Richard y Susskind, Daniel, The future of professions. How technology
will transform the work of human experts, Oxford, Oxford University Press,
2015.