El país sin rumbo.

El país sin rumbo.

Miguel Carbonell.
@MiguelCarbonell

Lamento amargar el inicio de año para los lectores, pero creo que hay elementos que permiten suponer que el 2018 será un año malo o muy malo para México. Hay demasiados nubarrones a la vista y no se percibe que ningún actor político pueda disiparlos en el corto plazo. Más bien al contrario: arrancamos el año con gente en el gobierno federal y en los gobiernos locales que son los principales responsables de la situación tan delicada en la que nos encontramos.

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Consideremos lo que más afecta a los ciudadanos: la seguridad pública y la economía.
En 2017 se batió un récord ominoso: nunca antes se habían registrado homicidios dolosos en un periodo de un solo año. A reserva de que se den a conocer dentro de unas semanas los números definitivos, es evidente que se ha producido un vertiginoso aumento en los robos, asaltos y otros delitos, muchos de ellos cometidos con violencia (incluyendo el uso de armas de fuego en un alto porcentaje), tal como lo ha venido documentando año tras año la encuesta nacional de victimización y percepción de la inseguridad –ENVIPE- levantada por el INEGI. Rebasaremos sobradamente la cifra de 30 mil homicidios en el año. El país está lleno de sangre, sin que ninguna estrategia parezca haber dado resultado.
Desde el punto de vista económico, el panorama no luce mucho mejor. México está en medio de un delicadísimo proceso de “renegociación” del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá del que poco o nada bueno puede esperarse. De cara a las elecciones intermedias que se llevarán a cabo en EUA a finales de año, Trump puede jugar la carta radical de salirse del TLC y dejar a México sin acceso preferente al mercado comercial más grande del mundo. Las consecuencias para muchos sectores de la economía mexicana (y para los millones de trabajadores que dependen de esos sectores) serían imprevisibles.

En el mismo ámbito económico, arrancamos 2018 con el dólar costando casi 20 pesos y con el euro a casi 24 pesos. Si el amable lector de esta columna pensaba prodigarse en viajes al extranjero o comprar libros importados, lamento decirle que le va a salir carísimo. Mucho más caro que hace 4, 5 o 10 años. En una economía que importa tantos bienes como lo es la mexicana, la depreciación del peso es una muy mala noticia. Esperemos por lo menos que el sector exportador pueda obtener beneficios de este tipo de cambio (siempre y cuando pueda mantener las ventajas del TLC, cuya ventana de oportunidad puede cerrarse dentro de muy poco tiempo).

Y por si lo anterior fuera poco, también en materia económica batiremos otro récord en 2018. Uno por demás lamentable: nunca antes en la historia del país hemos pagado tantos intereses por el servicio de la deuda pública que con grandísima irresponsabilidad ha venido creciendo sin límite en los años recientes. El dato es tremendo: solamente por concepto de intereses (sin contar los pagos de capital) el gobierno de México desembolsará en 2018 la cantidad de 698,170 millones de pesos. Eso equivale a una suma mayor que lo que gastaremos en educación (275,443 millones), salud (121,934 millones), desarrollo social (106,645 millones), comunicaciones y transportes (77,254 millones) y muchas otras dependencias estratégicas para el desarrollo del país.

Para ponerlo en perspectiva, el pago de los puros intereses de la deuda pública supone un desembolso de 1,912 millones de pesos ¡DIARIOS! Ese tremendo gasto es el resultado de años de despilfarros y malas administraciones. Los gestores económicos del país, que se precian de sus rutilantes posgrados en el extranjero, han sido pésimos gestores del dinero que les entregamos los ciudadanos.

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En fin, los datos en muchos otros sectores son igual de decepcionantes. Así inicia el 2018, con el país sin un rumbo cierto y con un panorama que permite predecir fuertes sacudidas políticas y económicas en los meses por venir. Lo peor es que todavía hay millones de mexicanos que creen que con el cambio de Presidente de la República las cosas van a mejorar. Qué gran ingenuidad.

Las cosas mejorarán gracias a la gente, a su trabajo, a su compromiso y a su esfuerzo. De los políticos muy poco o casi nada cabe esperar. Sean del partido que sean, llevan décadas con un desempeño decepcionante. No esperemos que, de forma mágica, mejoren en 2018. Hagamos mejor nuestra parte como ciudadanos, para que el año que ahora inicia se escuchen nuestras voces y se vea nuestro compromiso con el país.


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