¿Qué debemos esperar de las fiscalías?
¿Qué debemos esperar de las fiscalías?
Miguel Carbonell.
@MiguelCarbonell
En la tormenta de declaraciones y análisis desatada por la
remoción del titular de la FEPADE abundaron las teorías conspiracionistas y las
lecturas políticas. Pero hay algo que parece haber pasado de largo para la
mayor parte de comentaristas y que, sin embargo, como país no hemos podido
resolver: las filtraciones que desde muchas fiscalías se hace de información
que forma parte de investigaciones en curso.
En efecto, ha sido una práctica histórica de muchos órganos
de procuración de justicia el filtrar informaciones sobre casos de los que
tienen conocimiento. Parecería que se trata de ganar esos asuntos en los medios
de comunicación y no en los tribunales.
Mal servicio le prestan al país al hacerlo, pues confunden
legalidad con popularidad mediática; pretenden “informar” a la opinión pública,
pero en realidad tergiversan la justicia y ponen en riesgo el debido proceso
legal.
Hay que decirlo con claridad: las investigaciones de los
presuntos delitos deben estar caracterizadas siempre por la secrecía y la
reserva. Una vez que los casos se “judicializan”, es decir, cuando ya existe
una acusación formal ante un juez, las audiencias son públicas y los términos
en los que se formula la acusación pueden ser conocidos por cualquier persona.
Pero no antes.
El deber de guardar reserva respecto de las investigaciones
de que conocen las fiscalías, protege derechos fundamentales que son la base
del Estado constitucional de derecho, como la presunción de inocencia o el ya
mencionado debido proceso legal. Se trata de protecciones a favor de todas las
personas, sean o no sean políticos, y con independencia de que hayan o no hayan
cometido conductas calificadas por la ley como delitos. También en caso de que
efectivamente hayan delinquido se les debe respetar el debido proceso legal.
La PGR y las demás procuradurías del país, se encuentran en
un momento muy delicado. Dentro de muy poco tiempo cambiará su naturaleza
jurídica para pasar a tener un diseño de gran autonomía constitucional. Debería
preocuparnos, y mucho, que ya con esa autonomía puesta en práctica, se sigan
filtrando –de manera siempre interesada, no lo olvidemos- contenidos de
investigaciones que no han concluida y no se han presentado ante un juez.
Si no logramos lo que acabo de señalar las consecuencias
pueden ser muy dañinas. Una cosa que en teoría es deseable, como lo es que la
procuración de justicia no se guíe por intereses políticos, puede terminar
dando resultados nefastos. Ya en algunas entidades federativas como Chiapas por
citar un ejemplo, han tenido muy malas experiencias al respecto. En esa entidad
federativa algún “fiscal autónomo” ha terminado en la cárcel por el manejo
delictivo que hizo de su cargo.
En todo caso, lo que hay que recordar es que necesitamos que
los procesos jurídicos sirvan para dirimir responsabilidades penales o
administrativas ante los tribunales y no ante los medios de comunicación.
Necesitamos fiscales que hagan bien su trabajo y no que se la pasen en dando
entrevistas y buscando el reflector mediático.
La causa de la justicia queda extraviada cuando se le
pretende defender no en las salas de audiencia, sino en la radio, la televisión
y las primeras planas de los periódicos.
Aprovechando el escándalo reciente por lo sucedido en la
FEPADE, deberíamos entre todos ver los resultados que objetivamente se han
logrado desde esa Fiscalía en términos de sentencias condenatorias que hayan
quedado firmes. ¿De qué sirve que se inicien tantas carpetas de investigación
si luego los casos se caen cuando llegan a tribunales por el deficiente trabajo
realizado?
Y habría que analizar también qué tipo de casos persigue la
FEPADE. Durante años sus titulares se caracterizaron por vivir “becados” y se
la pasaron dando conferencias académicas o inaugurando eventos, sin haber
logrado sacar adelante ningún caso de alto perfil. Los miles de millones de
personas que ha recibido la Fiscalía Especializada se han dirigido a perseguir
únicamente cuestiones sin relevancia. Ante los tribunales no se han logrado
sentencias que nos permitan afirmar que se ha hecho un trabajo con excelencia.
También eso habría que analizarlo y no solamente sumarse al escándalo de moda.
Lo que queremos y tenemos derecho a exigir son resultados
concretos, no entrevistas en medios de comunicación. Juicios ganados, no
conferencias académicas. Audiencias celebradas y bien defendidas, no boletines
de prensa. Trabajo de escritorio y trabajo de campo, no viajes de turismo burocrático.
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