Fotomultas inconstitucionales

Fotomultas inconstitucionales.

Miguel Carbonell


Uno de los mejores jueces federales del país, Fernando Silva García, emitió hace unos mesesuna sentencia de amparo en la que declaró la inconstitucionalidad del sistema de cobro de las llamadas “fotomultas”. Se trata de un temas de gran relevancia, que acaba de llegar a la Suprema Corte. El desenlace que el tema pueda tener ante el Máximo Tribunal de la República debería ser del interés de todas las personas que conducen vehículos automotores en las distintas ciudades en las que ya se utiliza ese sistema sancionador.

Cabe aclarar que, a diferencia de lo que publicaron algunos medios de comunicación, la sentencia no declaró la inconstitucionalidad del sistema de fotomultas como tal, sino de la forma en que son aplicadas y cobradas. En concreto, el juez Silva estima que al generarse la obligación de pagar la multa sin que el ciudadano sea escuchado por la autoridad, se viola la garantía de audiencia del artículo 14 constitucional, ya que se genera lo que la Constitución llama un “acto privativo” sin respetar el debido proceso legal.

Por la misma razón, el juez Silva también estima que se viola la “presunción de inocencia” que le asiste a toda persona que sea sancionada por las autoridades administrativas. No nos pueden tratar como si fuéramos culpables sin habernos dado la oportunidad de defendernos.

Como era de esperarse, la sentencia ha generado numerosos comentarios, a favor y en contra. A mi juicio, se trata de un fallo impecable. De hecho, uno desearía ver más sentencias de este tipo en el Poder Judicial de la Federación.

El juez Silva, además de proteger la garantía de audiencia y la presunción de inocencia, menciona lo preocupante y riesgoso que puede ser el hecho de que el sistema de fotomultas sea operado por una empresa particular con fuertes incentivos económicos para imponer multas a diestra y siniestra.

De hecho, en la sentencia está citado el dato que le permite a la empresa “Autotraffic” (habría que investigar la forma en que está integrada, la experiencia que tiene sobre el tema y su antigüedad, no vaya a tratarse de una empresa “fantasma” que sirve de tapadera para actos de corrupción), quedarse con el 46% del monto efectivamente cobrado por cada multa que se impone.

Cuando uno se fija en dicha cantidad no puede dejar de pensar en lo mal que fue negociado dicho contrato por parte de la autoridad. Es evidente que le metieron un golazo o hubo intereses que permitieron que les fijaran una cuota tan alta, la cual sin duda atenta gravemente contra el interés de la sociedad. El porcentaje del 46% de cada multa cobrada que se lleva la empresa es peligroso y debería ser revisado a la brevedad. De hecho, el contrato debería ser anulado por afectar gravemente los intereses sociales y las personas que lo firmaron deberían ser sancionadas, sino por corruptas sí al menos por negligentes.

Lo cierto es que la sentencia del juez Silva nos pone sobre aviso (una vez más) del carácter autoritario y violador de derechos humanos con que se conducen las administraciones públicas en México. Da lo mismo si se trata de gobiernos de derecha, de centro o de los que presumen que son de izquierda (aunque en realidad no lo son, ni conocen el significado de la palabra siquiera), sus pulsiones violadoras de derechos humanos siempre terminan apareciendo.

La sentencia del juez Silva aclara que el alcance del fallo no permite a nadie violar el Reglamento de Tránsito o manejar a exceso de velocidad. Ni tampoco es un obstáculo para que las autoridades apliquen el Reglamento de Tránsito. Se trata de una poderosa llamada de atención para que los ciudadanos seamos tratados con respeto y para que la salvaje privatización de servicios públicos que se observa a lo largo y ancho del país se haga de manera que no afecte nuestra seguridad jurídica.

Todos estamos interesados en que nuestras calles sean seguras y en que quienes conducen lo hagan prudentemente, pero nadie quiere que el dinero de las multas vaya a parar de manera tan descarada a manos de particulares, ni tampoco que seamos sancionados sin darnos oportunidad de defensa.

Gracias a jueces como Fernando Silva se puede acotar la arbitrariedad de nuestras autoridades, aunque sea un poco. Habrá que seguir insistiendo a través de la promoción de juicios de amparo para que dejen de hostigarnos día tras día. Los ciudadanos merecemos respeto y un valiente juzgador federal se los acaba de recordar a las autoridades. Enhorabuena.

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