El país en vilo
El país en vilo.
Miguel Carbonell.
@MiguelCarbonell
El pasado viernes dio inicio formalmente el proceso
electoral 2017-2018. Desde ese momento y hasta bien entrado el próximo año asistiremos
a un espectáculo circense, en el que abundará la basura entre los contendientes
y en el que se prodigarán (porque en eso son expertos) las malas artes entre
candidatos y partidos políticos. El país estará en vilo, esperando el resultado
de la jornada electoral que se llevará a cabo el domingo 1 de julio, a partir
de las 8 de la mañana.
Lo que está en juego no es poco: la Presidencia de la
República, 128 senadurías, 500 diputaciones federales, 8 gubernaturas (Chiapas,
Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán), la Jefatura
de Gobierno de la Ciudad de México y casi 2,800 cargos representativos en las
entidades federativas. En total, estarán en juego 3,416 cargos públicos, lo que
supone otras tantas oportunidades para una buena cantidad de vividores que
buscan entrar o perpetuarse en las nóminas gubernamentales, siempre tan
generosas para quienes aportan más bien poco al desarrollo del país.
Para este proceso electoral el INE destinará a los partidos
políticos con registro nacional la abrumadora cantidad de 6,800 millones de
pesos, lo cual en cualquier país democrático debería generar un clamor de
rechazo que impidiera a nuestros políticos conciliar el sueño o salir a la
calle con tranquilidad. Pero en México ya nos hemos acostumbrado a que los
políticos nos roben con descaro, de modo que cuando la noticia de tan alto
financiamiento fue dada a conocer por la autoridad electoral las protestas
duraron un par de días y no pasaron del ámbito siempre ruidoso de las redes
sociales. Ese es el nivel del desengaño cívico (o de resignación) que vive el
país.
A las urnas estarán convocados casi 88 millones de
ciudadanos, que son los que integran el Padrón Electoral. De su participación e
inteligencia dependerán los resultados, tanto los del día de la jornada
electoral como los que le esperan al país en los próximos años o décadas.
Aunque, como suele suceder, la atención fundamental se
centrará en la disputa por la Presidencia de la República, no debemos olvidar
que hay otros espacios de competencia en los que tenemos que tomar importantes
decisiones.
Por ejemplo, hay que estar alertas respecto de la elección
de legisladores, ya que por primera vez entrará en funcionamiento la reforma
que permite que quienes ganen en el 2018 puedan ser reelectos en los siguientes
procesos electorales. Así por ejemplo, quienes sean electos como senadores
podrán reelegirse para un segundo periodo, acumulando con ello 12 años en las
cómodas curules de Paseo de la Reforma. El mismo periodo que podrán alcanzar
los diputados federales (acumulando una elección y 3 reelecciones en periodos
de 3 años cada uno). No deberíamos dejar que lleguen los peores a ocupar cargos
tan importantes. Algo deberíamos haber aprendido de las legislaturas recientes,
plagadas de incompetentes y mafiosos políticos de ínfimo nivel intelectual (con
sus debidas, pero siempre reducidas, excepciones).
También va a ser muy relevante la elección en la Jefatura de
la Ciudad de México. Desde 1997 ha gobernado en la capital de la República el
mismo partido. Hasta ahora no había tenido un rival digno de tal nombre, pero
en 2018 la persona que sea candidata por el PRD deberá enfrentarse a MORENA,
que ya ha demostrado el gran arrastre popular con que cuenta entre los
capitalinos. Va a ser un choque de trenes al que hay que observar con mucha
atención.
La tarea principal de los ciudadanos, además de la muy obvia
de acudir a las urnas, será la de exigir a los candidatos que definan sus
puntos de vista sobre los temas fundamentales del país: inseguridad pública, educación
de calidad, salud para todos, crecimiento económico y combate a la corrupción.
No debemos conformarnos con que salgan sonrientes en las fotos o que nos
saturen día y noche con sus nefastos spots. Hay que elevar el nivel del debate,
si no queremos que el enorme costo del proceso electoral se vaya directamente a
la basura. De todos nosotros depende.