La pesadilla de la impunidad.
La pesadilla de la impunidad.
Miguel Carbonell.
@MiguelCarbonell
Tienen muchas y muy buenas razones las mujeres para quejarse
de la pésima procuración de justicia, de la indolencia de las autoridades, de
la falta de respuesta ante las denuncias que presentan por la violación de sus
derechos, del permanente acoso que sufren en todo momento, dentro y fuera de su
hogar, de los miles de feminicidios impunes que se cometen año tras año.
Lo cierto es que el sistema penal en su conjunto sigue
presentando enormes fallas. Hace unos días nos lo volvió a recordar el
magnífico informe “Hallazgos2018” de la organización México Evalúa. Se trata de
un trabajo extraordinario, que nos ofrece un gran número de reflexiones sobre
lo que se está haciendo mal en la justicia penal mexicana y lo mucho que hay
que trabajar para mejorarla.
El informe nos recuerda algo que sabemos desde hace años: la
incidencia delictiva es altísima en México. Según datos del INEGI, cada año se
cometen en el país más de 30 millones de delitos.
De acuerdo con el informe de México Evalúa, esa increíble
incidencia delictiva da lugar cada año a la presentación de 2 millones cien mil
denuncias y querellas ante las procuradurías de justicia. En el caso del 11% de
tales denuncias, se presenta además una persona detenida (unos 230 mil
detenidos por año), en su gran mayoría por haber sido sorprendidas en
flagrancia.
El dato sorprendente es que, pese a iniciar con un universo
de más de 2 millones de denuncias, las fiscalías solamente logran 81 mil
vinculaciones a proceso, que son las determinaciones judiciales a partir de las
cuales un juez penal señala que sí existen los elementos e indicios exigidos
por la ley para abrirle a una persona un proceso penal en el que deberá
enfrentar las imputaciones que se le hacen. Eso equivale solamente al 3.9%.
Dicha cifra nos indica que las capacidades de investigación
e integración de carpetas para que se obtenga una vinculación a proceso son
escasas. Esto se debe, en parte, a la falta de capacitación del personal que
interviene en las primeras etapas del procedimiento penal (policías
preventivos, fiscales, peritos y policías de investigación), pero también a la
falta de medios técnicos que les permitan hacer bien su trabajo. Seguimos
teniendo agencias del Ministerio Público en las que no hay papel para imprimir,
en las que las computadoras son de hace muchísimos años, las impresoras todavía
son de las ruidosas que llamábamos “de punto” y un largo etcétera.
Mientras los asuntos están todavía en el ámbito de los
ministerios públicos, unos 127 mil se resuelven por los llamados medios
alternativos de solución de controversias, los cuales permiten una solución
rápida y relativamente barata para un número considerable de presuntos delitos,
sobre todo los de carácter patrimonial.
Las cifras se van haciendo pequeñas conforme avanzan las
etapas del proceso penal, de tal manera que solamente el 0.27% del total llegan
a la etapa de juicio oral. Son demasiado pocos. Ese dato tan menor sugiere que
nuestras fiscalías no tienen la formación necesaria para agotar las etapas del
procedimiento y buscan alguna salida fácil para no verse exhibidos en las
audiencias orales (y lo misma aplica para muchos abogados defensores, sobre
todo en el caso de quienes hace años dejaron de actualizar sus conocimientos).
En ese enjambre de inercias institucionales, se vulneran día
tras día los derechos humanos de todos los involucrados (incluyendo los
derechos humanos de los servidores públicos, quienes trabajan muchas veces en
condiciones deplorables y con nula capacitación). La situación es aterradora en
general, y lo es todavía más para las mujeres, que con frecuencia son objeto de
desatención, de un trato en el que existe una total falta de perspectiva de
género y hasta de burlas por parte de policías y fiscales.
Lo menos que podemos hacer es cerrar los ojos ante esta
dolorosa realidad. Los feminicidios no se van a terminar si no levantamos las
voces, hacemos sonar las alarmas y exigimos un mucho mejor desempeño de las
autoridades. En Ciudad Juárez la tormenta conocida como “Las muertas de Juárez”
inició en 1993. Llegaron a desaparecer o aparecieron muertas más de 4 mil
mujeres según algunos estudios. En los años recientes, más de 25 años después,
la ciudad sigue estando entre las más peligrosas para las mujeres. Parece que
no hemos aprendido nada. Y lo mismo puede decirse a nivel nacional. Pasa el
tiempo y nadie hace nada. Esa inercia debe romperse. Bienvenidos todos los
recordatorios que nos abran los ojos sobre la urgencia y gravedad de las
amenazas contra las mujeres.