El choque de trenes del 2018
El choque de trenes del 2018.
Miguel Carbonell.
@MiguelCarbonell
Cada
vez que estamos en vísperas de una elección presidencial casi toda nuestra
atención se dirige hacia los candidatos a la presidencia. Pero lo cierto es que
el próximo año elegiremos a más de 3 mil cargos públicos, muchos de los cuales
tendrán en sus manos la responsabilidad de tomar decisiones que afectarán de
manera directa la calidad de vida de millones de personas.
Consideremos
por ejemplo el caso de la Ciudad de México. La encuesta más reciente de El
Universal le da entre 10 y 12 puntos de ventaja puntos de ventaja a MORENA por
encima del PRD, que ha gobernado la capital de la República desde hace 21 años.
Si ese cambio se materializa estaríamos ante un escenario de enormes
consecuencias políticas y hasta sociales. Muchos capitalinos están cansados de
los gobiernos perredistas que han sido por igual corruptos e ineficaces. El
tema de la inseguridad y el transporte público serán los grandes caballos de
batalla de los candidatos. Gobernar la capital le da acceso a un presupuesto y
una visibilidad política enorme al candidato ganador.
En
otras entidades federativas veremos batallas igualmente encarnizadas. Por
ejemplo en Jalisco, donde la figura del Alcalde de Guadalajara, Enrique Alfaro,
le puede dar un gran triunfo a Movimiento Ciudadano. O en Veracruz, en el que
otra vez veremos una competencia a muerte entre el PAN, MORENA y el PRI, en un
Estado que es estratégico para decidir incluso el resultado de la elección
presidencial dado el peso de su padrón electoral.
Lo
mismo podemos observar a nivel municipal, en donde se librarán intensas
batallas, incluso con la participación de candidatos independientes. Pongo el
ejemplo del municipio de San Pedro Garza García, la joya de la corona de Nuevo
León, cuyos ciudadanos tendrán el privilegio de poder votar por un candidato
independiente honesto y capaz como lo es Miguel Bernardo Treviño. Ojalá en la
CDMX tuviéramos candidatos de ese nivel.
A
nivel nacional las encuestas le siguen dando un margen importante de ventaja a
López Obrador por encima del precandidato del Frente Ciudadano Ricardo Anaya y
del también todavía precandidato del PRI José Antonio Meade. López Obrador sabe
que está ante su última oportunidad y se la debe jugar con todo.
Por
su edad y por su ya prolongada carrera es probable que AMLO no pueda volver a
ser candidato presidencial. Para él es ahora o nunca. No tiene nada que perder
y sí mucho que ganar. Puede pasar a la historia política del país o quedar como
un mera anécdota. Puede ser el Lula mexicano o un recuerdo para contar en las
sobremesas. Ya veremos.
El
reto más grande recae sobre José Antonio Meade. El proyecto de las reformas
estructurales impulsadas por el Presidente Enrique Peña Nieto todavía deben
rendir frutos. Para esa generación de políticos del PRI es fundamental asegurar
el triunfo en la elección presidencial para profundizar los esfuerzos
reformadores y ver resultados tangibles de reformas como la energética,
educativa, financiera, anticorrupción, etcétera.
Meade
tiene que hacerse cargo de defender ese proyecto de desarrollo nacional, en
medio de un creciente desencanto ciudadano y de un descrédito brutal de los
políticos en la opinión pública. No es nada fácil. A su favor tiene su
brillante formación académica, la ausencia de señalamientos de corrupción y la
estructura partidista mejor organizada del país. ¿Con eso le alcanza para
competirle a López Obrador?
Seguramente
veremos un choque de trenes de enormes magnitudes en los primeros meses de
2018. Las consecuencias políticas y económicas pueden ser de alcances
telúricos. No hay que descartar posibles movimientos de devaluación del peso y
de caída de los mercados financieros. El resultado de la renegociación en curso
del TLC puede añadir más gasolina al fuego.
Por
nuestra parte, como ciudadanos nos toca ir analizando con exactitud cada
propuesta y cada perfil de los candidatos que van a pedir nuestro voto. No
basta con que nos quejemos difundiendo memes en las redes sociales, sino que
debemos aportar información útil para que entre todos tomemos las mejores
decisiones. Promover debates es también una responsabilidad ciudadana. Aportar
ideas y propuestas no debe ser un monopolio de los partidos. Al fin y al cabo,
el país es nuestro y no de ellos. No les dejemos toda la responsabilidad.